jueves, 12 de julio de 2012

En el destino no existe la casualidad


¿Qué es lo que nos hace tan débiles?, ¿ qué es lo que esperamos de personas que no conocemos?, ¿Por qué somos tan vulnerables a lo que sentimos?.
La respuesta a todas estas preguntas pueden ser diferentes dependiendo de quien las conteste. Unos afirmarían conocer la solución, otros no sabrían contestar, pero todos dudamos en secreto de lo que sabemos.

Nos pasamos la vida haciendo lo que se supone que hay que hacer. Encerrados en normas y estereotipos.
Estudia para tener un buen trabajo el día de mañana, sacrificando horas de esa juventud que no volverá, y encerrados en una habitación sentados frente a decenas de libros.
Vístete de negro y al salir a la calle, te tacharán de sospechoso con la mirada.
Habla sobre tus gustos, los auténticos, y te marcarán de raro si no son los mismos que los de todo el mundo.

Recordamos momentos felices con tristeza. Un sentimiento que no debería de aparecer, pues no nacimos para ser perfectos, ya que estamos hechos para hacer las cosas mal, porque solo así se aprende lo que no hay que repetir.

Otros en cambio ignoran al sentido común. Aquello que nos dice que algo está mal, y actúan con conocimiento de causa, o en otras palabras, saben que están haciendo daño, pero miran para otro lado.
Sonreímos por fuera, lloramos por dentro, ¿para qué?, nadie puede darte la felicidad que buscas, tan solo uno mismo tiene esa capacidad, si dependes de otro para lograrlo, algo estás haciendo mal.

Decirle ``siempre´´ a alguien, aferrándonos a la tozudez de oponer nuestra voluntad a lo que en realidad está por llegar, como si supiéramos lo que va a ocurrir en el futuro.

Aunque también es cierto, que a la gran mayoría, le gusta vivir en una mentira. No les importa lo que depare el mañana, si no lo que ellos quieren creer que ocurrirá. Afirman que el hecho de haberse conocido, es cosa del destino. Curioso...

Por eso yo no creo en el destino. Creo que tan solo es un concepto de alguien que no creía en sí mismo, un invento de alguien que necesitaba resguardarse en creer que todo estaba escrito, y que no importaban sus acciones, pues todo debía ser así, sin más. Lo que podría definirse como un cobarde incapaz de ser su propio dueño.

La chispa que todo lo mueve, es el no saber lo que va a pasar. La incertidumbre de no conocer, de dudar.

Si supiéramos lo que va a ocurrir a cada momento, no tendría ningún sentido preocuparse por nada. Por ello, lo veo claro:

El destino solo es una invención de alguien que no se atrevía a vivir.
Un guión predefinido que nos impide ser dueños de nuestra propia voluntad.

Que me equivoco en mis elecciones, sea por mi estupidez humana.
Que si pierdo a un amigo, sea porque uno de los dos hizo algo mal.
Que si no encuentro mi camino, sea porque necesito seguir buscando y equivocándome.

Pero jamás, en mi vida, afirmes que nada depende de mi propia existencia.

Todo pasa por algo, pero no porque esté escrito, sino porque las cosas tienen que ocurrir, para que den lugar a miles de consecuencias en las que, dentro de ellas, encontremos por casualidad aquello que siempre hemos deseado, por sorpresa, en el momento y lugar menos esperado.

En el destino no existe la casualidad, porque no deja margen de posibilidad.

-Vii Broken Crown-

``Hay que fracasar, y a veces fondo tocar, para ver la luz y esta vida apreciar´´ -Mägo de Oz, El Atrapasueños-.






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