Te escribo esto con la tinta de la esperanza y la sangre de
los corazones caídos.
La fuerza exhausta de todo lo vivido me ha concedido esta noche
el valor para escribir algo que sin duda, se convertirá en una de las cartas
más importantes que jamás tenga el honor y la responsabilidad de escribir. Los
mismos deseos de hacerte llegar esto me susurran con cada palabra dibujada en
el papel que este será sin lugar a dudas el inicio de nuestra vida futura. La
cascada de miedos que acosa los destartalados retales de mi corazón no tiene la
fuerza suficiente como para impedirme hacer esto.
Sí… hoy voy a declararme.
Durante toda mi vida he retenido aquello que un día quise
decir. Pocas veces he dicho en voz alta lo que sentía, y cuando lo hice, el
tiempo me dio una bofetada en forma de adiós, o bien me miró a los ojos para
decirme que me había vuelto a equivocar. Mi mayor error siempre ha sido dejar un beso huérfano. No sé si
por inseguridad, por pensar que aquello era demasiado bueno para mí, o por
simple miedo al rechazo. El caso es que he sido víctima de ese miedo seco que a muchos nos ha impedido alguna vez decorar nuestra vida con preciosos capítulos.
He maleducado mis ganas de ser feliz, convirtiendo en
susurro lo que debió de ser grito ensordecedor. Los días en silencio se
amontonan en un sótano sin ventana, ocultos bajo un abrigo de oscuridad que no
les deja ser fecha inolvidable.
Pero hoy no será así, no… hoy esa oscura habitación tiene
una fisura por la que escapa el mayor de mis deseos en forma de carta. El día
de hoy se convertirá en fecha añeja. Hoy, te escribo a ti.
Sí, a pesar de ni siquiera conocer aún tu nombre.
Te dedico
unas palabras que espero se fundan en esa alma que tanto me está costando
encontrar. A ese rostro tallado con el mineral de los sueños que cada noche me
es esquivo.
Supongo que las presentaciones aún están de más, pues ya
habrá tiempo para ellas durante el primer cruce de pupilas, cuando mi azul y tu
etéreo color se fundan en uno para siempre. Pero estoy seguro de que, cuando
leas esto por primera vez, sabrás que estas palabras fueron dirigidas a ti.
Algo en tu interior, tan sincero como involuntario, te dirá que la destinataria
siempre fuiste tú, que el sello que custodiaba el sobre de esta carta llevaba
marcadas tus iniciales.
En mi caso, a veces
las ganas de conocerte de una vez por todas son tan grandes, que en mis sueños,
en las repetidas ocasiones que apareces, escucho un nombre que me hace sentirme
un poco más cerca de ti. No tu nombre real, por supuesto, ya me gustaría… pero
sí uno onírico, simbólico que caracteriza todo cuando ansío saber de ti.
Recuerdo uno de esos sueños en los que eres consciente de que estás soñando.
Por un instante, te vi, contemplé un rostro oculto por sombras, y pregunté por tu
nombre. Aún sin ver tu cara, supe que sonreías, y me lo negaste.
―Aún no―dijiste.
Sin perder la esperanza que un día cierta mariposa me hizo
recuperar, insistí, a lo que, tras acercarte, pero sin llegar a coger mi mano,
comenzaste a desaparecer susurrando:
―Anastasia…
Bonito, ¿verdad? Sé que no es tu verdadero nombre, pero
sienta bien poder utilizarlo mientras te encuentro. Es un nombre hermoso para
un sueño, y lo mejor es que no sé si me lo diste a modo de pista, como si
tuviera algo que ver contigo, o porque su significado es volver a la vida, intensa de
emociones, cariñosa y extremadamente atenta con quien ama.
Sí… me gusta llamarte así hasta que puedas desvelarme tu
nombre…
Y es que constantemente sueño contigo, ¿sabes?
Te veo
difusa, perdida en una realidad que no logro alcanzar. Extiendo mi mano,
buscando esa mejilla que nací para acariciar… pero no llego, necesito tu ayuda.
Necesito que me ayudes a encontrarte, pues yo solo soy capaz de soñar tu voz,
tu risa, y rara vez el color de tus ojos. Pero tu rostro aún se me resiste.
El
Reino de los Sueños es sabio a la par que travieso; te muestra las respuestas
sin desvelar el camino hacia ellas.
Tengo una colección de fragmentos de mi alma esparcidos por
cartas sin destinatario.
Trozos de papel inerte, tatuados con la magia que mis
sentimientos quisieron grabar en ellas con la esperanza de ser correspondidos y
cuyo lector no soy más que yo mismo. Pero esta carta llegará a su destino. Lo sé, ni siquiera me
planteo la idea de dudarlo un solo instante. Mientras escribo escucho una voz
que me anima a continuar, a terminar de redactarla para después, dejar que el
mundo la lea, y con él, tú.
No sabes cuántas veces he anhelado sencillas cosas que para
mí lo serían todo. Una mano cogiendo a otra, unidas por el rey de los sentimientos, me es sobrecogedor. Creo que este mundo nunca ha sido el mío, jamás me he sentido cómodo
en lo que, por ejemplo, todos desean hacer durante un fin de semana. Mi lugar
no está donde la gente suele ir, quizá por eso me esté costando tanto cruzarme
contigo, no lo sé, en cierto aspectos soy algo raro, inusual. Siempre he
preferido una noche de película con tu compañía a salir a beber un sábado noche
sin saber siquiera el motivo.
No… este mundo no es el mío, o quizás sí lo es, pero no
durante la época en la que me ha tocado vivir, sino de una mucho más antigua
donde el amor significaba algo de verdad.
Te sueño tanto que los recuerdos que aún no tengo pesan más
que los vividos.
Tantos momentos perfectos aún por llegar que hasta entonces
todo me parece vacío, inerte y superficial. A veces, pidiendo un poco de tregua a esta maldita búsqueda a la que el mundo me condena, paseo con la esperanza
de que aparezcas por mi espalda, y con tu calor me resguardes del frío invierno
mientras me susurras un beso. No sabes cómo necesito coger tu mano bajo unas
calles adornadas con miles de luces de colores que despidan el año, ni cuánto me
gustaría recibir ese mensaje de año nuevo que nunca llega. Sí, lo reconozco, la
Navidad tiene algo que debilita mis fuerzas para aparentar que todo va bien,
quizás por eso la magia que decora estas fechas sea tan poderosa; nos despoja de
nuestro lado oscuro dejando al descubierto la luz más intensa.
Sí, lo sé, todo esto puede parecerte algo pasteloso, pero yo
soy así, ya me conocerás. Al estar junto a alguien, siento la necesidad de
hacerla feliz, o al menos siempre lo he intentado. Llámame egoísta si quieres,
pero tendrás que soportar mis intentos por hacerte reír para lograr mi propia
felicidad. Uno anhela todo cuanto nunca tuvo, y yo soy un saco de sueños por
cumplir.
Algunos ilusos dirán que le escribo a la nada, que estas líneas
no tienen destinatario real: simples almas huecas capaces solo de creer en lo
que ven. Puede que no sepa dónde estás, ni siquiera quién eres, pero algo tan
nimio es un simple suspiro en una tempestad comparado con la certeza que mi
alma grita, que no es otra que al final te encontraré.
La experiencia me ha enseñado que aún no te conozco… o
quizás sí, pero nos hemos mirado sin vernos, no lo sé.
Mi camino, como el tuyo,
supongo, ha sido difícil hasta ahora. En mi caso, puede que mi mayor némesis
haya sido demostrar lo que siento muy pocas veces, pero el motivo no es otro
que solo he saltado cuando creí que de verdad merecía la pena jugarse el
corazón. Puede que si lo intentara con muchas más personas, las probabilidades
de encontrarte se multiplicasen, pero temo que eso nunca ocurrirá, pues jamás
podría coger prestados los posibles sentimientos de otra persona para verificar
los míos.
Supongo que esta dificultad añadida de encontrarte también
tiene su encanto, ¿no? Creo que un te quiero cuantas menos veces es confiado
mayor valor final acaba teniendo.
Durante este año, mi único propósito ha sido atreverme a
saltar, liberarme de todas esas cadenas que me impedían avanzar bajo mi propio
consentimiento. Y aunque he roto muchos eslabones, aún tengo acero que soltar.
2014 ha sido un buen año en cuanto a propósitos personales se refiere, y aunque
hubiera podido ser mejor, no tengo derecho a quejarme. Pero tranquila, ya te
contaré mi historia llegado el momento, cuando escuches mi camino a cambio de
conocer los pasos del tuyo.
No tengo forma de saber cuándo llegará la fecha que tanto
deseo vivir, pero sí puedo asegurarte que continuaré liberándome de mí mismo
para, algún día, saltar al vacío y confiar en tu mano sujetando la mía.
También quiero que sepas, que no me considero alguien perfecto, si lo hiciese ya estaría
demostrando que no lo soy. No quiero que pienses que no erraré cuando por fin nos encontremos, y en muchas ocasiones, tendré la culpa de algún mal día. Pero del mismo modo puedo asegurarte, que siempre, al equivocarme, me tendrás ahí, detrás tuya, buscando ese perdón que me indulte a cambio de una vida juntos de la que el orgullo jamás disfrutará.
Cargando con tal imperfección, entiendo que mi
vida haya estado salpicada con intentos fallidos y desenlaces mal parados. Es
justo sufrir por aquello que no hiciste bien, todos cometemos errores, pero
creo que ya he pagado los míos el tiempo suficiente.
He tenido tiempo de tomar algo con mis
amigos los miedos en el bar de la desesperación, hasta emborracharme con copas
de litro y medio de soledad.
Quien tiene boca, se equivoca. Quizás por eso los árboles tengan miedo de ser humanos, quizás,
por eso, prefieran permanecer toda una vida anclados en el mismo lugar, en silencio e inmóviles, para
así asegurarse el no dar un paso en falso ni jugarse su eterno silencio por un sonido mejor. El problema es que yo he sido árbol,
y demasiado tiempo. Aferrado bajo una corteza que todo lo repelía, me negué a
avanzar, limitándome a echar raíces y ofrecer un fruto que nadie recogía,
marchitándose en el suelo.
Pero este árbol está aprendiendo a caminar, y poco a poco
avanza hacia ti, a un lugar donde los frutos que aún tiene por ofrecer sirvan por fin
de alimento para un alma con auténtica hambre de amar. Justo antes de amanecer la noche es más oscura, y yo hace
tiempo que me enfrenté a mi mayor madrugada.
Y poco más puedo decirte, se me acaba la tinta que hace rato
exprimí mezclándola con lágrimas.
Pero no temas, pues esta no será la última
vez que hablemos, ni siquiera ha sido la primera.
Aún hay tanto que decir, que haría falta escribir
un libro que durase toda una vida para ponernos al día. Pero no te preocupes,
pues lo llevo haciendo desde hace años para que sepas quién soy, de dónde vengo
y hacia qué rumbo quiero caminar.
Puede que la distancia que separa nuestros
mundos aún parezca un abismo sin forma de sortear, pero algo en mi ser dice que
esta soledad cada vez es más débil, que se está quedando sin fuerzas,
rindiéndose ante un sueño que cada vez se acerca más a convertirse en realidad.
Antes de terminar de escribir, me gustaría pedirte algo que espero no olvides hasta que nuestras vidas se entrelacen.
Te propongo un reto:
Un epílogo que se convierta en prólogo
de todo lo que esté por venir después: Avanza, sigue adelante a lo largo de
esta imperfecta existencia, que yo haré lo mismo. Juguemos a ver quién
encuentra a quién antes. La inseguridad está prohibida en la partida, y las
casillas por avanzar serán días que nos acerquen hacia el otro extremo del
tablero desde donde el otro salió. Ignoremos lo que el dado de la razón nos
ordene. Si queremos caminar, hagámoslo, si nos apetece correr, corramos.
Un juego donde la duda esté prohibida y en el que ambos ganemos a esa persona que tanto deseamos alcanzar.
Un juego en el que la meta no sea más que el inicio de la auténtica aventura.
Atrevámonos a ganar lo que ambos merecemos de una vez.
Sé que tarde o temprano estas líneas nacidas junto al frío de Diciembre acabarán deslizándose por tus ojos. Mientras tanto, cada día, quiero que tengas la certeza de que pienso en ti, donde quiera que estés, pidiéndole al cielo que aparezcas y a la tierra que me dé un respiro.
Ansío el día en que me sorprendas por la espalda, y con una sonrisa me susurres al oído el nombre por el que te conozco en mis sueños. Así, no solo sabré que por fin te he encontrado, sino que además, esta carta, finalmente, llegó a tus manos.
No quiero acabar escribiendo un adiós, de hecho, te prometo no utilizar esa palabra jamás. En su lugar, te pido que no olvides a este joven escritor, que busca quien lo salve de su dolor.
Hasta pronto, ``Anastasia´´,
con tu ayuda, yo te buscaré,
pues en mis sueños ya te quiero
y en vida pronto te querré.
-Vii Broken Crown-
``¿Dónde estarán esos ojos que busco en mis sueños? Dime dónde están las palabras de amor que te di´´. -Mägo de Oz, Pensatorium-
Tienes razón en todo lo que has dicho... pero sobretodo en una cosa: No eres de este mundo...
ResponderEliminarEnhorabuena, te has vuelto a superar...