jueves, 19 de febrero de 2015

Punto final

Con el tiempo, hasta el acantilado más fuerte se derrumba ante el constante choque de un agua embravecida. Lo que hoy traigo en forma de versos, es el estruendo que se escucha cuando ésto ocurre.
El poema que estáis a punto de leer, escrito en su mayoría hace ya bastantes meses, yacía olvidado en un rincón de mi borrador, a trazos, con versos o frases sueltas que aún había que ordenar y completar. Finalmente, hoy, después de unir todas las ideas que dejé apartadas, y completar los huecos incompletos a lo largo de estos días, lo he terminado siendo lo más fiel que he podido a lo que sentí allá por Octubre.

Estos versos nos ponen en la situación límite a la que toda persona cae rendido alguna vez, que no es otra que la certeza de que algo se ha acabado. Para siempre, sin un quizás de por medio, sin puntos suspensivos, solo un ``adiós y buena suerte´´. Todos nos cansamos de dar sin recibir, pero lo difícil es darse cuenta de que uno está preso de esa situación sin darse cuenta, bajo su propio consentimiento, como si le gustase sufrir.

Aquel día destrocé una de mis cadenas más pesadas, unas ataduras tan oxidadas por el tiempo que había olvidado que estaban ahí. Libre del miedo que un día tuve, ahora comprendo que esta decisión, el saber decir por fin adiós, fue una de las más acertadas de toda mi vida. Disfrutadlo:

Oscura soledad, bullicioso silencio.
Al fondo del abismo
una puerta cerrada.
Tras ella, quien no sabe ver
diría que no ocurre nada.

En su interior
medita frente a un libro, sentado,
eterno enemigo del amor:
Un enamorado.

A su espalda un fantasma atraviesa la frontera.
Logra llegar no a una habitación, si no a un Reino paralelo.
El autor escribe sin cesar,
perfuma con lágrimas el mayor de su pesar.
Mientras, el fantasma a su lado
al que algunos llaman Inspiración
permanece desapercibido.

Él no le ve venir,
pero huele su respiración,
siente un inerte latir.

Ambos saben que el otro está ahí...

Una brisa sin viento, 
un último réquiem sin voz,
todos gritan desde sus adentros;
``hoy se acaba mi dolor´´.

Aguarda el fantasma en silencio
observando a quien escribe.
Experimenta lo que se siente al vivir aquel día
que ella le prometió que nunca llegaría.
La tinta se esconde entre las hojas de un libro ya terminado.
Escribe un epílogo que nadie leerá:
Aquel te quiero está acabado.

``Ya no hay más por recordar´´, escribió.
``No más amaneceres, ni noches junto al mar.
No más jugadas retorcidas
ni disculpas con fecha de caducidad.

Se acabó la sangre que tiñe mi cielo en una guerra invisible,
una lucha inútil que no debiste comenzar.
Cañones apuntando hacia lo que más quisiste una vez,
disparabas creyendo que seguiría estando ahí,
que me volverías a tener.

Pocas veces leí en tus labios una disculpa.
Muchas veces palabras de las que te arrepentiste.
Toda una vida escudada en que había que entenderte,
que tú eras así.
Pero temo decir que al fin lo comprendo;
esa forma de vida no es para mí.

Un amor de los pocos sinceros que seguían existiendo
humillado y vejado por el orgullo.
Un amor fiel al ``siempre´´ que un día pronunció
destrozado por los años en los que todo cambió.

Quien fuiste ya no eres, ni algún día lo serás´´.

Escucha el fantasma los versos que nacen en el folio.
Le ve tal cual, sin coraza, sincero y derrotado.
Hoy, será el único que sabrá
que aquel día todo le fue mal.
Todo insulto y enfado le dolió
a pesar de aparentar
que nunca le importó,
que siempre le dio igual. 

``Cansado de ser yo.
De estúpidas sorpresas
a cambio de lágrimas que nadie recogió.
Perdido en lo que quise creer
el susurro de una madre dijo;
¿acaso no lo ves?.

Cuán cierto es lo que dicen de que todos somos ciegos.
Yo no vi lo que todos lograron ver,
ni tú lo que estabas a punto de perder.

Ya no busco una disculpa,
ya no quiero tu perdón.
Me enseñaste a no esperarlo,
que siempre llevabas razón.

Puede que todo ocurra por algo, que el destino realmente exista.
Quizá solo nos conocimos para darnos una lección:
Tú me enseñaste cómo no quiero vivir el amor,
cosiendo retazos de buenos días
en los que era raro que demostraras que me querías.
Solo espero que tú hayas aprendido tanto como yo,
y ver que el no disculparse no significa llevar razón.

Ahogado por un peso que nunca debí soportar
hoy dejo la carga y consigo volver a caminar.

Me quedo con lo que fuimos,
no en lo que nos convertimos.
Me marcho con lo que soy,
no importa a donde voy.

Ni el rencor, ni el dolor escriben estas líneas.
Por mi parte, una vez más, todo está perdonado
bajo una condición que has de saber;
Esta ha sido la última vez´´.

Y allí, sentado frente a aquel libro
dicho autor
cerró sus ojos y de un golpe lo cerró.
La dureza en sus palabras reflejaba
la aceptación de lo que en otro tiempo le asustaba.
Aquello finalmente se acabó.

Interminables laberintos...
ambos demasiado distintos...

``No sé lo que me espera,
quizás una eterna soledad.
Me llevo conmigo el temor
de no encontrar a alguien como yo.

Pero ya no viviré más acostumbrado a sufrir,
aceptaré, para bien o para mal, lo que esté por venir.
Me arriesgaré a no encontrar una mano que sostenga la mía
con la esperanza de hallar lo que en un principio me merecía.

Llueven las cenizas de lo que un día fuimos,
entierran los restos de lo que pudimos ser.
Solo espero que a ambos en nuestro camino
nos vaya mejor la próxima vez´´.

Marchándose el autor de la habitación,
el fantasma se acercó al libro cerrado
y con un tibio soplo del corazón lo abrió
encontrando unos últimos versos, 
concediéndole a aquella historia su última voluntad:

``Puede que no te importe, que me hayas perdido y te dé igual,
pero escucha mi advertencia:
Algún día perderás a alguien que te importe de verdad´´.

Y aquel autor de musa invariable,
al ver que siempre obtuvo silencio sin más,
le dedicó aquello que más dolía:

Su último punto final.

-Vii Broken Crown-

``En una batalla las primeras bajas son la justicia y el amor´´. -Mägo de Oz, La conquista-

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